miércoles, 30 de mayo de 2012

ELLA


Hace tiempo se me ocurrió la locura de escribir algunos versos que intentaran reflejarte. Así que bajo los efluvios del ambiente de un viejo café de Valencia, y dejando a un lado la cobardía, mi bolígrafo peinará tus secretos.




PELO
Como espigas de tierra
nacen libres tus cabellos, 
formando oleadas de viento entre susurros, 
donde sin miedo flotan 
cabalgando un salvaje corcel.

Tan solo una fina hebra
podría ser adorno del mas bello palacio, 
pero opta ser libre y coger polvo
en playas bañadas de poesía. 

Que me envuelva ese perfume embriagador
apaciguando mis temores, 
que enjuague mis oídos
con sonidos de eternidad, 
que tu pelo sea el deseo de un sueño
anhelado en la fría mañana invernal.
 

 
OJOS
Dos astros refulgen en tu rostro 
con la inocencia del recién nacido,
cautelosos, maravillados.
La sinceridad no se refleja en las palabras, 
sino en la mirada.

Y arrasarán tormentas en esos cielos, 
pero también brillará el sol nuevamente con más fuerza. 
Puertas a tu mundo interior,
paredes de seda, suelo de algodón...
déjame perderme en esas pupilas vacías de yos.

Ilumíname con tu mirada, 
y haz de mi un niño otra vez.
Porque yo seré,
lo que tú quieras ver.




LABIOS
Tierna piel de uva surca un camino
a la sonrisa bañada en el rocío
de un clavel de madrugada, 
donde la luna riela igual que con el mar. 

Fruta recién tomada del árbol, 
pura, sin adulterar.
Como un cielo limpia sus pinturas
después de llorar.

Deslizo entre sueños y besos,
mi índice y corazón,
sigilosamente por montes
que sólo un dios esculpió. 
Y donde cuenta la leyenda, 
que un tesoro escondió,
cargado de perlas de nácar,
y el elixir de tu risueña risa. 
 


MEJILLAS
Son tus huellas en copa, 
un gesto, cartas que leer. 
Te delata que eres tú, sonriente,
triste, eres tú. 

Pañuelo de lágrimas, 
almohada de sonrisas, 
baúl de besos de despedida.
El sol se pierde en la noche tus mejillas,
llenas de primaveras en invierno, 
y de chimeneas en otoño.

Red de pescador, 
pluma de poeta, 
ellas son la melodía improvisada
escrita en el recuerdo.
Roce, caricia, locura, 
ellas son cuna varada
con ojos apretados.
 


NARIZ
Respiras y llenas de vida
la vida con cada exhalación.
Gaviotas de ciudad, soñadores enjaulados,
aliento de un beso enamorado.

No nació de ti, quizá
diez años después,
pues es niña todavía,
y juega de la mano de la joven fantasía.

Perfil de reina inspirado
entre colores retando la sumisión,
quiero salir del marco,
quiero escapar del lienzo.
Pintaré mi historia en la pared,
en las aceras, en los tejados.

Cima que muchos alardearon
entre dientes haber robado,
y a golpes de humildad
yo profiero que ella me robó a mi.
Y entre la cumbre y su falda,
abandóname
para morir.



CUERPO
Giras tio vivo con pies descalzos
sobre cristales rotos, sin devolverle un sueño a la vida, 
libre como cometas olvidadas,
inquieta como una guitarra sin afinar,
grácil como gaviotas rasgando la curvatura del mar.

  Huyes de príncipes y castillos, 
de pintalabios y revistas de moda, 
de nubarrones cargados de canciones que te hagan llorar.
Y en la orilla tus huellas hierven las olas 
que vienen y van.

Lumbre en la sombra,
no te vistas y cubras tus alas, 
que el oxigeno necesita tu llama para respirar, 
y un servidor secará los huesos que la humedad corroyó.
Refugio en el abismo, epicentro de la tierra, 
abrásame con tu pasión descontrolada 
y funde mis pensamientos en ti.

 Tez de atardeceres, aroma de coco y sal,
permite abrigo que guarde tu recia fragilidad.    
Bailarina de saltos improvisados,
contemos cicatrices despreocupadas
que escondan aventuras embarradas.
Y entre frías palabras y ardientes teléfonos, 
recordaré tu figura 
dormida, peligrosa, dulce,      
desnuda.


    
ALMA
pequeña inocencia,
que vuelas sin pisar tierra,
como abuelos soplados al viento,
y descubres en la mentira sinceridad,
belleza en la tristeza,
amor en el olvido. 

Tú que ves corazones rotos 
y les haces volver a latir, 
que callas y lo dices todo con la mirada, 
que sufres por un mundo independiente,
 enséñame a ver los colores de tu cielo 
y los olores de tu tierra, 
enséñame que el universo es nuestro,
que somos dioses aprendiendo a vivir.

Risueña muchacha, 
domadora de imposibles,
pensativa incontrolada,
 despiértame para nuevos amaneceres, 
para escondernos la luna en el bolsillo, 
para soñar en tu portal.

 en tu nombre se maquilla la belleza, 
de tu ser brota la ternura más pura,
y por ti los poetas aprenden a escribir.







SANTIAGO DE HEVIA

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